jueves, 13 de agosto de 2009

Quinto día, la duda



Nunca he sido una persona muy segura de sí misma. Es fácil que en una discusión acabe tomando los argumentos de la parte contraria, y no recuerdo, como muestra de mi débil determinación, una disputa verbal con una mujer en la que haya terminado llevando la razón.
Por eso salí del despacho abrumado y sin saber qué decir. El resto del la mañana la pasé en el periódico organizando la edición, pero como a kilómetros de distancia de mis compañeros y de las noticias que llegaban de Estados Unidos.
A la hora de comer recibí la llamada del técnico del aire acondicionado. Me dijo que podía ir sobre las cuatro a mi casa. Habían pasado varias semanas desde que me prometió, por primera vez, que me colocaría el aparato y ahora que por fin acudía me fastidiaba la hora de la comida. Lo recibí en bermudas y camiseta corta, mi uniforme oficial en el horno veraniego de mi apartamento en la ciudad. De sus continuos retrasos semanas atrás no tenía excusas, aunque tampoco parecía necesitarlas, pero sí que fue muy preciso en lo concerniente a lo que le había sucedido desde el miércoles (el último día que me anuló la instalación del aire). Tuvo la consideración de sentarse en el sofá de mi comedor, pedir una bebida ("preferiblemente cerveza") y narrarme su aventura minuto a minuto. Su llamaba Marcos y estaba demasiado gordo para desempeñar un trabajo en el que con frecuencia debía subir tejados y colgarse de balcones. Sudaba a mares, dejando en su mono caqui marcas blancas bajo los sobacos y el pelo oscuro, igualmente mojado, se le pegaba a la sien mientras empinaba su (mi) cerveza.
- El miércoles no pude venir, y sabes que me sabe mal, porque adelantaron el vuelo de mi hermana- comenzó a explicar- Tenía que volver mañana de Estados Unidos, está haciendo un curso en Tejas, ¿sabes?
Era consciente de que al citar el país de procedencia había despertado mi interés, y procedió a recrearse en el talento de su hermana.
- Porque ¿sabes? Mi hermana siempre ha sido una chica muy espabilada. Terminó la carrera en Inglaterra y después le concedieron un máster en Estados Unidos, ¿qué te parece?
Descubrió mi gesto de cansancio y continuó con la historia:
- Bueno, con la que se ha liado en Estados Unidos le aconsejaron que debía regresar antes, la embajada directamente- Marcos dijo esta última frase acercándose a mí y rebajando el volumen, como si alguien nos estuviera escuchando- Ellos le tramitaron el cambio porque decían que Tejas ya no era un estado seguro y le cogieron un vuelo para el miércoles. Así que me planté en Barajas para recibirla pero lo anularon en el último momento y le dijeron que viajaría el jueves. Y nada, al día siguiente otra vez de Murcia a Madrid y vuelven a retrasar el vuelo. Al parecer necesitaban los aviones y las pistas para transportes especiales que estaban haciendo desde California.
Marcos volvió a inclinarse hacia mí para revelarme sus averiguaciones sobre los vuelos. Su aliento, todo sea dicho, era poco apto para confesiones íntimas.
- Y esta mañana, por fin, he podido recogerla y ¡se ha montado una en el aeropuerto! Los pasajeros que llegaban desde fuera de la Unión Europea tienen ahora que pasar unos controles 'que pa qué' y mi hermana me ha dicho que se han formado unas colas larguísimas frente a las casetas de la Guardia Civil, con la gente protestando. Y fuera la cosa no estaba mejor, la sala de llegadas internacionales estaba repleta, todo el mundo dando empujones, y cuando ha salido mi hermana se ha liado la buena. Desde atrás los pasajeros estaban empujando y se apelotonaban en las puertas de salida. Yo veía a mi hermana forcejeando por avanzar, así que me ha acercado a ayudarla, aunque fuera apartando a la gente, y en ese momento, lo juro por mi madre, se han oído unos tiros de pistola dentro, al otro lado de la puerta.
- ¿Disparos? ¿Seguro?- le pregunté, ahora interesado profesionalmente.
- Te lo juro, he estado a punto de llamarte. Le he dicho a mi hermana que tenía un cliente periodista y que se iban a enterar las autoridades. Porque después de los tiros la gente ha empezado a salir disparada, empujándose los unos a los otros. Incluso me han tirado al suelo.
En ese momento me mostró una herida que tenía en el codo, con un pequeño vendaje.
- ¡Sí! Un bestia me ha tirado al suelo y he visto venir una muchedumbre hacia mí. Menos mal que me he podido levantar y acercarme a una pared. Enseguida se ha llenado todo de policías y de médicos de urgencias, que han cerrado la puerta de llegadas y han dicho que no salía nadie más si no era en fila india, ¿te lo puedes creer? Eso sí, allí nadie decía nada, ni información ni nada. Mi hermana dice que podemos poner una denuncia... Buff, con tanta tensión ahora tengo un dolor de cabeza de mil demonios.
Le dije que tenía que irme a trabajar, y que cuando terminara de instalar el aire que le dejara las llaves del piso al portero. Lo cierto es que me fui al periódico antes de la hora, pero es que estaba ansioso por saber si se había hecho ya público lo de Barajas. Igual teníamos una exclusiva.

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